Un umbral hacia la luz interior
En mitad del bullicio urbano, Portal emergía como una grieta luminosa, un umbral entre dimensiones. Concebida por el artista colombiano Mareo, esta instalación invitaba a una pausa interior, un instante suspendido en el que la materia se transformaba en experiencia espiritual.

“Portal es una instalación inmersiva que representa un umbral entre materia y espíritu, oscuridad y luz. No se cruza, se contempla. Buscaba que el espectador experimentase una pausa interior, una sensación de conexión y trascendencia frente a una presencia luminosa que invitaba al recogimiento”, explica Mareo.

En el contexto de ADN Fórum, donde la innovación, la arquitectura y el diseño conviven en un constante intercambio de ideas, Portal introducía un silencio distinto. Una grieta en el ritmo, un refugio en el corazón de la ciudad. Su atmósfera meditativa ofrecía un contrapunto al dinamismo del evento, invitando a detenerse, respirar y conectar con una dimensión más profunda de la experiencia sensorial y espiritual.

“Portal introducía un espacio de contemplación dentro del dinamismo del ADN Fórum. Su atmósfera silenciosa y meditativa ofrecía un contrapunto al entorno urbano y tecnológico”, añade el artista.
El silencio como materia
La instalación invitaba a la calma. El acceso controlado, la penumbra estable, la temperatura constante y la ventilación sutil conformaban un guion espacial que invitaba a la introspección.
“Cada elemento estaba pensado para inducir un estado de quietud. El sonido, compuesto por frecuencias de alta vibración y cuencos tibetanos, envolvía al visitante y lo guiaba hacia un estado de introspección profunda, casi meditativo”, comenta Mareo.

El visitante se adentraba en un espacio hermético que se transformaba en cápsula sensorial. Las proporciones enfatizaban la verticalidad y la tensión de la grieta central, mientras el sonido envolvente expandía la percepción más allá de los límites físicos del contenedor. La experiencia no se basaba en el movimiento, sino en la permanencia: en la contemplación del instante.
Neolith como presencia esencial
En la obra, Neolith dejaba de ser solo superficie para convertirse en sustancia poética. En concreto, la pureza cromática del modelo Neolith Mont Blanc y la forma en que reflejaba la luz le otorgaban a Portal una materialidad esencial.

“Neolith aportaba la materialidad que necesitaba la pieza. Su superficie mineral y pura reforzaba la idea de permanencia y silencio. La textura pétrea y la forma en que reflejaba la luz transformaban el interior del contenedor en una cámara de contemplación”, afirma el artista.
La elección de este material no fue casual. La piedra sinterizada actuaba como elemento estructural y simbólico. Su estabilidad y resistencia técnica permitieron contener la instalación, mientras su tacto y luminosidad generaban un diálogo constante entre lo físico y lo intangible. En Portal, Neolith se convertía en piel y espíritu, en materia que reflejaba la energía.
La luz como herida y revelación
El corazón de la instalación era la grieta vertical que atravesaba el espacio. Una línea de luz pura que funcionaba como herida y como umbral. Su ejecución, precisa y orgánica, combinaba técnica y poesía.

“El corte se ejecutó con precisión mediante radial para conservar su organicidad natural. La luminaria permanecía completamente oculta tras un sistema técnico de metacrilato y tubos LED que difundían una luz etérea de forma homogénea”, explica Mareo.

El reflejo del espejo en el techo prolongaba la línea de luz hacia el infinito, revelando la forma completa de la grieta y multiplicando su presencia. La luz se convertía así en materia viva, en una presencia que daba forma al vacío y convertía el interior en un espacio suspendido entre realidad y trascendencia.
La experiencia del tránsito
En un emplazamiento urbano como la Plaza de Colón, Portal dialogaba con el ruido, la luz natural y el flujo constante de peatones. La obra no pretendía aislarse del contexto, sino ofrecer una transición: un pasaje entre el exterior y el interior, entre el bullicio y el silencio.
“Portal actuaba como un refugio de silencio en medio del ruido de la ciudad. El visitante pasaba del bullicio y la luz exterior a una atmósfera contenida, donde el sonido armónico y la luz pura generaban un cambio de frecuencia. Esa transición, de lo cotidiano a lo sagrado, era el verdadero corazón de la experiencia.”

La instalación proponía un viaje interior. No se trataba de observar un objeto, sino de experimentar un cambio de estado. Quien entraba, lo hacía con la mirada, con el cuerpo y con la respiración.
El legado de una búsqueda
Esta obra se inscribe dentro de la serie Portales, una investigación que Mareo desarrolla desde hace años en diferentes contextos y escalas, como Sharjah, Valletta o Inota. En todas ellas, la grieta es símbolo de resiliencia, evolución y trascendencia.

“Portal continúa mi investigación sobre la grieta como símbolo de resiliencia, evolución y trascendencia. De experiencias previas aprendí a trabajar la luz y el sonido como materia viva. En esta versión, la síntesis es total: un gesto mínimo de luz, materia y vibración que abre un espacio para la contemplación y la transformación interior.”
Cada nueva instalación es una evolución, una destilación de aprendizajes previos. En Portal, esa síntesis alcanzaba su forma más pura: un gesto mínimo que concentra toda la energía en un único punto de luz.